DIPLOMACIA CIENTÍFICA
Desarrollo Sostenible a través de la Ciencia en Panamá POR Sandra L. López Vergès y Rolando A. Gittens

Panamá es un país de discrepancias. Tenemos una de las economías más pujantes de América Latina, pero tenemos una de las mayores desigualdades socioeconómicas del continente. Fuimos recientemente nombrado País de Ingreso Medio Alto (UMIC, por sus siglas en inglés) por el Banco Mundial, pero seguimos teniendo uno de los porcentajes del producto interno bruto (PIB) más bajos invertidos en Investigación y Desarrollo (I+D) de la región. El desarrollo de Panamá sigue avanzando en dirección positiva, pero los cambios no llegan a la velocidad requerida y no logran llenar las expectativas de la sociedad. Una de las razones de estas discrepancias radica en la desconexión entre los tomadores de decisiones y los científicos e investigadores nacionales.

 

La semana del 10 al 16 de septiembre de 2017 se llevó acabo el Taller de Diplomacia Científica organizado por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés). La diplomacia científica es una disciplina practicada por décadas (pero oficializada solo recientemente) que involucra a científicos y tomadores de decisiones para promover políticas públicas basadas en evidencia y facilitar la resolución técnica de problemas transnacionales y globales. Con el auspicio de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT), los autores de este artículo (la Dra. Sandra López Vergès, investigadora de Inmunología y Virología del ICGES, y el Dr. Rolando A. Gittens, investigador de Bioingeniería para Regeneración de Tejidos del INDICASAT AIP) pudieron participar en este taller. Fue una experiencia emocionante representar a Panamá junto con participantes de Chile, Ecuador, Perú, Costa Rica, México, Estados Unidos, Canadá, Bélgica y Sudáfrica, en la casa de la prestigiosa revista “Science”, y explorar cómo la ciencia se puede poner al servicio de la sociedad y los tomadores de decisión, dentro y fuera del laboratorio.

 

Los expositores del taller tenían un amplio rango de experticia, incluyendo embajadores, directores de organismos internacionales y centros de pensamiento, profesores y científicos. Todos compartieron sus experiencias personales en diplomacia científica que al final tenían un punto en común: la ciencia es el instrumento más apropiado que ha utilizado la civilización humana para acercarnos a la verdad. El método científico es el verdadero lenguaje común en todo el mundo. A través de este método, hacemos observaciones objetivas, formulamos preguntas de interés, hacemos pruebas metódicas y llegamos a conclusiones que son compartidas y cuestionadas por pares científicos alrededor del mundo. La ciencia puede ayudar a guiar las políticas públicas de una nación y, por consiguiente, nunca se termina. Uno de los temas claves que discutimos fue el rol de la Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) delineados por los 193 países miembros de las Naciones Unidas, entre los que se encuentra Panamá, y así lograr “terminar la pobreza, proteger el planeta y garantizar prosperidad para todos”. Queda claro que para la mayoría de los países, la investigación a través del método científico es la herramienta más efectiva para guiar las políticas públicas basadas en evidencia que se requieren para un desarrollo sostenible. Interesantemente, Panamá pareciera no estar seguro de querer ser parte de este movimiento, evidenciado por la baja prioridad histórica que le ha dado a la inversión en CTI.

 

Como ejemplo, hace tan solo unos días el Consejo de la Concertación Nacional para el Desarrollo (CCND) en conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) realizaron el lanzamiento oficial del Plan Estratégico Nacional con Visión de Estado “Panamá 2030”, el cual busca alinear las políticas de Estado del país con los ODS. El plan describe objetivos optimistas y loables para nuestra sociedad, mencionando la tecnología como herramienta para implementarlos. Sin embargo, el plan no incluye ninguna referencia a la ciencia en Panamá, herramienta crucial en toda sociedad democrática saludable. La ausencia de “ciencia” en el vocabulario de nuestros tomadores de decisiones y sus planes refleja el olvido de que este componente no se puede importar y está relacionado a los esfuerzos de investigación e innovación local, que toma años construir, liderado por recurso humano altamente capacitado encargado de apoyar el desarrollo social de nuestro país.

 

Este hecho no sorprende: la Concertación tuvo participación de muchos sectores, pero no incluyó a representantes de la comunidad científica, ya fuera de entidades privadas, públicas (e.g., SENACYT, ICGES, IDIAP) o sin fines de lucro (e.g., APANAC, INDICASAT). Esto es un reflejo de la gran separación que existe entre los científicos y los tomadores de decisiones, en la que los primeros sienten que no son valorados ni tomados en cuenta, y los últimos no saben que los otros existen. Los problemas que aquejan a nuestra sociedad son complejos y requieren un acercamiento transdisciplinario que involucre científicos, otros profesionales, tomadores de decisión y sociedad civil para poder generar soluciones efectivas. El verdadero desarrollo sostenible de Panamá requerirá encontrar mecanismos para cerrar la brecha entre ciencia y política pública.

 

La comunidad científica carga la gran responsabilidad de poder comunicar de manera clara y accesible la relevancia de sus estudios que intentan llenar los vacíos de conocimiento y el impacto de lo que ya se conoce para guiar a los tomadores de decisión, entendiendo con humildad que la ciencia es solo uno de los factores que deben ser considerados cuando se trata de definir políticas públicas. Los tomadores de decisión tendrán que confiar en los científicos (es decir, invertir en ellos) e invitarlos a la mesa a través de plataformas oficiales de participación científica (e.g., Comisión Científica en Asamblea Legislativa, Agregados Científicos en Embajadas) que les permita tener toda la información necesaria para tomar decisiones basadas en evidencia y, así, maximizar el impacto de los fondos públicos con los que se ejecutan los planes. A través de la diplomacia científica Panamá podría acelerar su posicionamiento como líder de la región de América Central y el Caribe: tenemos todas las piezas para convertirnos en hub científico, tecnológico y económico, facilitador de alianzas que fortalezcan la prosperidad del país y la región. Sin embargo, para que sea una realidad, la sociedad y los tomadores de decisión tendrán que apostar a la ciencia en Panamá y empoderarse de ella, como herramienta que garantizará el desarrollo sostenible de nuestra nación.

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