Mi experiencia siguiendo a doctores en

el Hospital del Niño.

Por Adithi Naveen Bhat

Estudiante de 10. ° grado

International School of Panama

Siempre he aspirado a ser médico, pero no sabía lo que se necesitaba para ser uno y, lo más importante, si era la elección de carrera

correcta para mí. Decidí que la mejor manera de confirmar mi interés era tener una idea de cómo sería un día típico en la vida de un médico. Estaba buscando activamente una oportunidad que me permitiera obtener esta afirmación. Después de unos meses de intensos esfuerzos, finalmente obtuve una excelente oportunidad para seguir en el hospital del Niño. Identifiqué al Dr. Jorge Marín, un excelente médico ortopédico, a través de la red INDICASAT-AIP.

 

Desde que era pequeña, he visto de primera mano cómo una caída puede alterar la vida cotidiana de un individuo. Tanto mis abuelos como mi bisabuela sufrieron una caída que los llevó a perder la capacidad de realizar actividades normales en su vida.

Estas experiencias allanaron mi interés en el campo específico de la ortopedia y la oportunidad que tuve en el hospital Niño fue perfecta para mí. Cuando observé al Dr. Marín, el especialista en ortopedia, en el hospital Niño, tuve la suerte de haber podido seguir a otros cinco médicos, cada uno de ellos especializado en diferentes campos dentro de la ortopedia. Esto me permitió captar una amplia gama de conocimientos, desde fracturas simples hasta condiciones médicas raras. Un caso destacado que presencié fue un niño con insensibilidad congénita al dolor. Presentó los síntomas habituales que acompañan a esta afección, que son heridas, contusiones, huesos rotos y mordeduras de dedos de manos y pies. Nunca había visto

algo así antes y fue sorprendente ver a un niño que físicamente no puede

sentir dolor.

 

También pude escuchar y observar las consultas que el médico tenía con

cada paciente y su familia. Durante este tiempo, supe que algunos pacientes

y sus familias saldrían de sus hogares a la 1 a.m. para concertar una cita con

 el médico a las 8 a.m., ya que vivían lejos del hospital, en el interior de

Panamá. También le dirían al médico el dilema que enfrentan cuando su hijo

necesita tratamiento, pero no tienen forma de pagarlo. En estos casos

especiales, los médicos no le cobraron a la familia un solo centavo por sus

servicios y le darían a su hijo el tratamiento necesario. Esta experiencia no

solo me permitió comprender los procedimientos médicos que enfrenta un

paciente, sino también los desafíos sociales y culturales que enfrentan las

familias durante este proceso. Esto me permitió comprender las habilidades

que requiere un médico para tener un equilibrio entre la ejecución de sus

tareas y al mismo tiempo tener empatía por los pacientes y sus familias.

 

Otra lección importante que aprendí al observar las consultas con los

pacientes fue la importancia de una buena relación médico-paciente. Como

todos los pacientes en este hospital eran niños, vería a los médicos

re-asegurando a los padres que todo iba a estar bien y asegurándose de que

 supieran todo lo que estaba sucediendo. Aprendí que explicar la condición y

el proceso de tratamiento de una manera simple era la mejor manera en que

el paciente y sus familias podían entenderlo completamente.

Mientras observaba las consultas de los pacientes durante la mayor parte del

día, también asistía a las visitas matinales con los médicos, en las que

visitaba a todos sus pacientes. Durante este tiempo, examinarían al paciente, analizarían los rayos X y realizarían los cambios necesarios en el plan de tratamiento. También pude ver cómo los médicos tienen discusiones consultivas entre ellos sobre algunos de los casos especiales que encontraron, lo que me permitió ver la importancia de tener habilidades de comunicación

 

En general, trabajar en el hospital del Niño ha sido una experiencia única a través de la cual he descubierto numerosas cosas. He visto muchos casos de primera mano y he aprendido mucho sobre la vida laboral de un médico. Además, he aprendido que un médico también tiene que lidiar con problemas no médicos, como los pacientes con limitaciones financieras. También requieren habilidades interpersonales para tratar los aspectos emocionales de los pacientes. Lo más importante es que cada día que pasaba siguiendo a los médicos en el hospital del Niño, solidificaba más mi decisión de ser médico. Después de esta experiencia única, creo que tengo empatía y el temperamento adecuado, que son aspectos clave para convertirme en médico además del conocimiento médico requerido. En resumen, ha sido una experiencia extremadamente enriquecedora, habiendo tenido la oportunidad de trabajar en estrecha colaboración con varios médicos durante un período de dos semanas a través del cual he a-prendido muchas lecciones valiosas, como la ética de trabajo duro que se necesita para convertirse en un buen médico.

 

Esta oportunidad no se habría materializado sin la guía adecuada de mi mentor, el Dr. Jagannatha Rao, quien me ayudó y me apoyó durante este programa. También me gustaría agradecer al Dr. Jorge Marín, quien estructuró este programa para hacerlo más significativo para un aprendiz como yo y quería agradecer a Yamibel Díaz, la coordinadora en INDICASAT-AIP, por todo el apoyo que me dio.

 

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